martes, 20 de enero de 2015
Manifiesto disperso
Manifiesto disperso es un manifiesto docente audiovisual, una bonita
declaración de principios para profes de educación artística.
Enlace de mi primer prezi sobre instrumentos para la investigación educativa basada en las artes: Investigación basada en arte
viernes, 9 de enero de 2015
CONSTRUCTIVISMO: Artículo de opinión.
CONSTRUCTIVISMO, UNA PEDAGOGÍA ANTIAUTORITARIA
Si existe una aportación del constructivismo, a mi
modo de ver incuestionable desde el punto de vista pedagógico, es el papel
activo que otorga al discente en la construcción de su propio aprendizaje. De
este modo, el alumno pasa de ser un receptor pasivo a un constructor activo al
tiempo que el docente pasa de transmisor de conocimientos a instruir al alumno para la adquisición de
las herramientas que le van a permitir generar sus propios conocimientos.
Evidentemente, este planteamiento pedagógico supone la
asunción de un posicionamiento filosófico e incluso político en tanto que
cuestiona la existencia de verdades objetivas y universales que puedan ser
enseñadas. En efecto, si cada individuo construye su propio conocimiento y no
se limita a recoger o reflejar lo que está en el exterior se puede afirmar que,
para el constructivismo, el ser humano crea y construye activamente su realidad
personal. Aceptar este supuesto implica invalidar cualquier dogma, ya sea éste de
tipo religioso o político, y afirmar la democracia en su concepto más radical
de proceso colectivo en continua construcción, lo que conlleva ineludiblemente
a una actitud de continuo cuestionamiento de los supuestos aceptados
previamente.
La enseñanza que, en la actualidad, se ofrece en las
universidades españolas referentes a la economía nos sirve como ejemplo para
analizar la cuestión planteada, cuestión que, por otra parte, ha sido
denunciada por numerosos estudiantes y profesores. En efecto, la economía “se
enseña”, es decir, se dan por válidos unos paradigmas, que no son cuestionados,
en base a los cuales se explican los procesos económicos. Dichos paradigmas son
prácticamente dos: el capitalismo y el comunismo, de manera que cuestionar uno conlleva
adscribirse automáticamente al otro. No hay más que escuchar cualquier debate
en el que las críticas al capitalismo son contestadas con un cuestionamiento del
comunismo, asumiendo “de facto” que no existe otra alternativa. Resulta evidente que el “conocimiento” así
transmitido no permite al alumno la construcción de diferentes paradigmas, ni
siquiera de lógicas alternativas. Esta forma de proceder tiene, desde mi punto
de vista, un objetivo político que puede llevarse a cabo gracias a un
determinado modelo pedagógico. Si se aplicase la pedagogía constructivista al
aprendizaje de la economía, casi con toda seguridad, se generarían nuevas
maneras de interpretar la economía, nuevos paradigmas y nuevas propuestas, en
resumen, nuevos conocimientos que podrían invalidar los dogmas aceptados que
rigen nuestras vidas. Así pues, parece claro que esta forma de acceder al
conocimiento tiene un componente revolucionario, en tanto que cuestiona el
“status quo” y radicalmente democrático en tanto que cualquier persona puede
generar nuevos conocimientos en sus procesos de aprendizaje.
En el trasfondo de toda esta cuestión subyace, ni más
ni menos, que el cuestionamiento del principio de autoridad. Este
cuestionamiento se evidencia de forma clara, en una de las críticas que se le
hacen a la pedagogía constructivista en cuanto a que la enseñanza no puede
basarse únicamente en los intereses del alumno porque hay contenidos que tienen
que ser enseñados aunque los alumnos no estén interesados en ellos. Tengo que
reconocer que tengo mis dudas ante esta afirmación. En principio me parece una
afirmación razonable pero, por otra
parte, se asume que los alumnos no saben que es lo que necesitan aprender y que
esa decisión la tienen que adoptar las autoridades educativas, políticas, etc… y
es aquí donde mis dudas se agudizan. Si los alumnos tienen que aprender lo que
alguna “autoridad” decide nada garantiza que esa educación responda a las
necesidades reales de los alumnos y no a las necesidades de dicha “autoridad”.
En este punto de la cuestión resulta interesante
reflexionar sobre aquellas personas que han alcanzado una gran maestría en
diferentes disciplinas al margen de los circuitos de enseñanza oficiales.
Artistas como Barceló, Tápies, Saura, etc… aprendieron de forma autodidacta,
siguiendo sus propios intereses y aprendiendo aquello que ellos mismos
decidieron aprender. Los resultados no dejan lugar a dudas en cuanto al éxito
de dicha metodología. Entre otras grandes figuras de la humanidad que no
acudieron a la escuela y que forjaron su propio aprendizajes se encuentran
personas como Tomas Alba Edison, Pierre Curie, Albert Einstein, Benjamín
Franklin, George Washington, Abraham Lincoln, Winston Churchill, Mark Twain,
Hans Christian Andersen, Agatha Christie… Muchos de ellos critican el
alienamiento que produce la escuela en los niños y defienden el autoaprendizaje
guiado como método para preservar la creatividad de los niños. Todos ellos
siguieron un proceso de aprendizaje basado en sus propios intereses desde
niños. El éxito que obtuvieron parece cuestionar la hipótesis según la cual el
que los niños puedan elegir su propio aprendizaje generaría un aprendizaje
insuficiente y deficitario. Por el contrario, parece que el control de los
contenidos que los alumnos tienen que aprender responde más a una necesidad de
control social que a una necesidad de efectividad pedagógica. Desde esta
perspectiva la pedagogía constructivista aparece como una herramienta de
aprendizaje al mismo tiempo que como una herramienta más de emancipación social.
Quizás es este último aspecto el que se encuentra en el fondo de las críticas
que por parte de diferentes agentes recibe el constructivismo como movimiento
pedagógico.
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